La autobiografía de Greg Lake

La autobiografía de Greg Lake

Lucky Man: The Autobiography
Greg Lake
Constable (2017), London
Páginas: 295

“Ninguno de nosotros en esta tierra tiene el control total de su propio destino y, en muchos aspectos, todos estamos obligados a jugar con las cartas que nos han dado.” (1)
Greg Lake

Greg Lake prologa su libro relatando su experiencia de tocar –como parte del grupo Emerson, Lake and Palmer (ELP)– en el Madison Square Garden de Nueva York, lugar con capacidad de 22,000 personas. En ese tiempo –diciembre de 1973–, ELP se encuentra en uno de sus puntos más altos de creatividad, de nivel interpretativo y hasta de camaradería entre sus integrantes. La exposición que hace del trabajo de producción –de instrumentos utilizados, equipo de audio, visuales, y de recursos humanos– más sus expresiones de lo que significó ese momento para él, me transportó muy pronto a esa época dorada de la música británica, cuando las compañías discográficas permitían a los grupos experimentar y dejaban las decisiones musicales a los propios músicos.

Después, como si fuese una película, Lake realiza un flashback hasta la etapa de su infancia en el seno de una familia humilde “en la pequeña ciudad portuaria de Poole en Dorset, en la costa sur de Inglaterra”, y empezamos así a conocer la música que escuchaba y los autores que lo marcarían, sus primeras lecciones de guitarra con Don Strike –también profesor de Andy Summers, del grupo Police y de Robert Fripp, de King Crimson– y su deambular por diferentes agrupaciones: desde su primera banda que tocaba en fiestas éxitos pop del momento hasta su participación en Unit 4, The Time Checks, The Shame y The Gods.

Supongo que, si son como yo, varios de los admiradores de Lake leyeron con celeridad para llegar pronto a los capítulos sobre King Crimson y ELP. En este punto tenemos una descripción muy detallada de sus conciertos –cuándo y dónde se realizaron, con quienes compartieron escenario, a quién conocieron–, de sus giras y de sus grabaciones –datos que se pueden encontrar en biografías de los grupos y diversos sitios de internet– pero, para decepción de muchos lectores, Greg Lake dice muy poco sobre su interacción con sus compañeros músicos. Esto es, gran parte de la información que brinda la pudo haber dado alguien del equipo técnico o el manager del grupo, pero del creador e intérprete de esta música uno esperaría aspectos más significativos –tal vez por eso, es que varias reseñas señalan que este libro es superficial.

Por ejemplo, al hablar de Robert Fripp, a quien nombra varias veces como su amigo –juntos estudiaban las lecciones que les dejaba su profesor de guitarra, y juntos rentaban un departamento– Lake suele ser bastante impersonal, o demasiado seco. Esto puede contrastarse con la amplia descripción que hace de Dee Anthony, manager de King Crimson y ELP en Estados Unidos, y la narración de las “aventuras” que vivió con él y las enseñanzas que le transmitió: aquí se notará entusiasmo y calidez –características que no se percibirán cuando hable de Keith Emerson, y menos de Carl Palmer, a quien parece que sólo menciona cuando es inevitable.

Aunque Lake puede ser impersonal en su narración –afortunadamente, no siempre es así– y muy hermético en ciertos aspectos –como en lo referente a su vida privada o para aclararnos por qué no siguió el proyecto con Cozy Powell–, hay que aplaudirle que sea muy respetuoso y diplomático, que no hable mal de nadie, y que no use su libro para chismear o para golpear a alguien. Por otro lado, cuando necesita ser enfático, lo es, como en los citas que presentaré a continuación.

Casi desde sus inicios, ELP fue atacado fuertemente por los críticos de rock y tildado de pretencioso por utilizar en sus composiciones elementos de la música clásica europea. Esta misma crítica se sigue dando hasta el día de hoy: recuerdo a un conocidísimo crítico mexicano que en una conferencia decía que “lo malo” de los que hacían rock progresivo era que “querían ser músicos clásicos”. A este periodista mexicano Lake le podría haber respondido lo siguiente:

“En ningún momento hemos afirmado ser músicos clásicos o incluso músicos con formación clásica, solo éramos músicos británicos de rock and roll que extraían una gran parte de su influencia de las raíces europeas en lugar de las estadounidenses. Para nosotros, parecía importante en ese momento intentar despegarse del mismo viejo y probado camino que otros tantos artistas británicos de rock habían seguido en el pasado utilizando el blues americano, el rock and roll y la música gospel como su única fuente de inspiración.” (2)

Sobre las críticas a Trilogy, su tercer disco de estudio, Lake afirma:

“A menudo me sorprendió la intensidad del odio que algunos críticos sentían por este disco. Para ellos, Trilogy era pretencioso y pomposo. Y no era bastante con simplemente rechazar a la banda o que encontraran el disco aburrido. Ellos se empeñaron en escribir páginas donde despotricaban furiosamente. ELP parecía tener una habilidad especial cuando se trataba de enfurecer a los críticos de música hasta un punto donde perdieran el autocontrol.” (3)

Y aquí nos habla del término “rock progresivo” y sobre los objetivos musicales que perseguían en ELP:

“Nuestro estilo de música es, por supuesto, conocido como ‘progresivo’, pero este no era un término que utilizáramos en esa época. Al igual que en King Crimson, sólo nos veíamos como una banda innovadora que iba a liberarse de las convenciones de la industria. La experimentación que habíamos hecho en nuestras anteriores bandas sería llevada a un nuevo nivel. Ciertamente, no íbamos a ser una banda de singles.” (4)

Sirvan estas citas, como un ejemplo de pasajes que pueden aportar bastante a la comprensión del grupo ELP y de la personalidad de Greg Lake.

Para terminar, diré que encontré muy disfrutable esta lectura: me emocioné con los éxitos de Lake, me preocupé con sus infortunios y me entristecí –al llegar al final de esta obra– con el tema del suicidio de Keith Emerson y de la enfermedad terminal del mismo autor, momentos que fueron de los más conmovedores del libro. Tengo mis dudas de que algún lector que desconozca su música pueda gozar de este volumen tanto como yo lo hice, pero es indudable que todo fan de ELP y de King Crimson debería de conocerlo: seguramente que le aportará para un mayor entendimiento de esta música.

lake portada


Notas

  1. Lake, 2017, pág. 279.
  2. Lake, 2017, págs. 77 y 78.
  3. Lake, 2017, págs. 126 y 127.
  4. Lake, 2017, pág. 81.

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Los Caprichos de Greg Lake

Punk killed progressive rock: the big lie

Punk killed progressive rock: the big lie

It often happens that a certain idea that is widespread, after investigating a little, one finds that it doesn’t have a foundation backing it up. I quote two examples. We’re used to see a representation of a Viking wearing a helmet with two horns: the helmets were never like that, that image came out from a painter that wanted Vikings to look more terrorizing. At school they would talk to us about Napoleon Bonaparte and his low height, but in reality he measured five feet with 6.5 inches (1.69 meters), which was superior to the average height of men in France and England in that era. When Napoleon died, he was measured, and the data collected was 5 feet with two inches (1.57 meters). But that measurement was made with French feet and inches which were slightly bigger than the English units: when that number was interpreted as English feet and inches the emperor of France appeared to be shorter than he really was and from that moment on that lie disseminated everywhere.

If I present this as an introduction is because I believe there is an idea about progressive rock that is a fallacy. In reality, I believe there are many lies that have been told about progressive rock but I’ll analyze just one: the affirmation that punk rock finished progressive rock. Morat (2000, p.39) it shows us with a typical example of this idea: “Way back when dinosaurs (Emerson, Lake and Palmer, Genesis et al.) ruled the earth, it was the Pistols who drove them to extinction”. And in a BBC documentary, a so-called expert affirms, “Almost overnight, after The Sex Pistols, prog rock came to a halt”. We find variations of these statements every moment in rock books and documentaries –including those that do not disdain progressive rock.

Let’s say that we accept the above-mentioned statement. If punk finished progressive rock, in what aspects, would that be noticed? The following occurs to me:

  1. With the punk boom, the sales of prog rock would drastically drop or, plainly the groups of this genre would stop recording albums.
  2. The concerts of prog rock groups would be almost empty because their fans would want to hear punk bands.
  3. Punk gets to be so dominant that prog rockers decide to abandon their style to dedicate themselves to play punk.

Let’s review the first point: How many albums do the prog rock groups sold from 1976 forward? I’m using 1976 as a starting point because rock critics mark that moment as the beginning of the referenced influence of punk in the supposed decline of progressive rock. Let’s remember also that’s the year that the Sex Pistols put out their first single and, in the month of December, occurs their polemic apparition on television that brought great media attention. Let’s see these data from Wikipedia.

Group Album Date Sales
Jethro Tull Songs from the Wood February 1977 Gold record (U.S.A., Canada)
Heavy Horses

 

April 1978 Gold record (U.S.A.), Silver record (U.K.)
Live – Bursting Out September 1978 Gold Record (U.S.A., Canada), Silver Record (U.K.)
Stormwatch

 

September 1979 Gold Record (U.S.A., Canada)
Genesis

 

 

A Trick of the Tail

 

February 1976 Gold Record (U.S.A., U.K., France)
Wind & Wuthering

 

December 1976 Gold Record (U.S.A., U.K., France)
…And Then There Were Three…

 

March 1978 Gold Record (Germany, U.K., France). Platinum Record (U.S.A.)

You can consult the discographies of Yes, Pink Floyd and Emerson, Lake and Palmer and it will show something similar happening: they get gold, platinum and silver albums. Even “Love Beach” by ELP, which is considered by many a failed album, was a gold record in the United States.

Let’s go to point two: what happened to the concerts of prog rock groups since 1976? The Emerson, Lake and Palmer north American tour of 1977 is as big as the previous ones and includes four dates at Madison Square Garden and two at Montreal’s Olympic Stadium (Forrester, Hanson & Askew, 2001). Also in those years, the number of concerts and the size of venues where Yes and Pink Floyd performed are equally impressive. In such a way that no relation can be established between the emergence of punk and the sales of records and tickets by progressive rock groups because they continued to be as well as before. I will say it again: progressive rock still had a big commercial impact so there is no way of establishing any influence over it by punk rock. As affirmed by Sean Albiez (2003, p. 360) “In fact, punk could not commercially compete with Pink Floyd, Genesis or Yes, pop/rock artists ELO, Abba and David Soul, and disco in the late 1970s and early 1980s”.

Point number three: of course not a single prog rock group changed their style to play punk. Although the simplification of progressive rock is notorious in various elements of its music, one would have to demonstrate that this was due to punk. According to Edward Macan (1997, p. 186-87) this simplification derived from two progressive rock by-products: the «Stadium rock»— Kansas, Boston, Styx, Rush, Toto, Journey, R.E.O. Speedwagon, Foreigner, Heart, etc. — and the “Symphonic British Pop”— Electric Light Orchestra, Supertramp, 10 cc, the Alan Parsons Project, among others. In summary, punk rock didn’t get to have a great influence in those years as many love to say. Dave Laing in “One Chord Wonders” (2015, p.46-7) affirms, “Before the end of 1977 it was clear to the record industry that punk would not become any kind of Big Thing. There had not been ‘the predicted domination by the punks and their associates’ wrote one relieved commentator ” and later he says that “Punk rock, then, had failed to emulate the kind of commercial success of that earlier Next Big Thing, and consequently its stylistic impact on the musical mainstream was a limited one”.

Once stated that there is no foundation whatsoever in saying that punk finished prog rock, the question that follows is: where and why does this lie came to be? Tommy Udo (2017) tells us that “It was in the pages of NME, Melody Maker and Sounds that we were told that prog was the class enemy and encouraged to feel hatred”. The author Sean Albiez agrees:

The polarisation of ‘prog’ and punk promulgated in the 1976–1977 period may have as much to do with internal class and gender politics in the Melody Maker offices (Caroline Coon versus . . . the rest?) as a real groundswell of anti-progressive sentiment (Johnstone 1995, pp. 217–18). The Coon analysis of the burgeoning punk scene as a knowing, working-class kick in the face of middle-class, University-educated progressives (a narrative Lydon employs, but implicitly contradicts) seems a defining trope which froze debate on the musical explosion of punk; (…) Coon’s iconoclastic narrative predetermined the future discourses of punk history, and is frequently reproduced in popular television histories of rock and punk. (Albiez, 2003, p.359)

As we see, we have an invented and widespread idea by the rock press in a pursuit to diminish a kind of music that wasn’t up to their taste. This history forgerers continue to repeat their lies, on brazenly, lies that others, possibly without bad faith but with the terrible habit of repeating without verifying, reproducing it time and time again.

On my part, there is nothing more to conclude, based on the evidence that I have shown, that punk didn’t even tickled progressive rock.

 

References

Albiez, S. (2003). Know history!: John Lydon, cultural capital and the prog/punk dialectic. Popular Music, 22(3), 357-374.

Forrester, G., Hanson, M., & Askew, F. (2001). Emerson, Lake and Palmer: the show that never ends. London: Helter Skelter.

Genesis discography. (2017, June 02). Retrieved June 20, 2017, from https://en.wikipedia.org/wiki/Genesis_discography

Jethro Tull discography. (2017, June 01). Retrieved June 20, 2017, from https://en.wikipedia.org/wiki/Jethro_Tull_discography

Laing, D. (2015). One chord wonders: power and meaning in punk rock. Oakland: Pm Press.

Morat. (2000). 1. The greatest punk album ever: Never Mind the Bollocks’. Noise Pollution: the Punk Magazine, 39-39.

Tommy Udo, T. (2017, June 07). Did Punk Kill Prog? Retrieved June 20, 2017, from http://teamrock.com/feature/2017-06-07/did-punk-kill-prog

 

Rock en Resistencia: Pioneros del Rock Progresivo Mexicano

Rock en Resistencia: Pioneros del Rock Progresivo Mexicano

Con gran gusto es que te presento esta serie documental sobre los pioneros del rock progresivo en México, un género que ha sido ignorado por la mayoría de los profesionales que escriben sobre el rock mexicano. Sólo unos pocos, como David Cortés, se han dedicado al estudio serio de esta corriente musical en nuestro país (aquí puedes revisar la reseña que hice de su libro El otro rock mexicano) y por eso es que pensé en hacer este pequeño aporte al conocimiento de esta música.

En esta serie de cinco capítulos que conforman la primera temporada podrás escuchar la opinión y las ideas de músicos mexicanos de rock progresivo que desarrollaron principalmente su trabajo en las décadas de los setenta y ochenta –aunque todos ellos continúan activos dentro de la música. No será la visión de los críticos o teóricos del rock, sino de las personas que realmente vivieron el proceso de creación y difusión de esta música. Tampoco se pretende dar una historia detallada de las agrupaciones en las que tocaron estos músicos sino un recuento de las experiencias vividas y de las dificultades encontradas en el ambiente rockero y musical de México.

Se discutirán, entre otros temas:

Características musicales del rock progresivo.
Grabación y distribución de los discos.
Compañías discográficas o independencia.
Difusión del rock progresivo en los medios de comunicación.
La crítica del Rock Progresivo.
Valoración internacional de las bandas mexicanas de progresivo.

Y los músicos entrevistados en esta serie son:

Armando Suárez, bajista y compositor en Nuevo México, Al Universo y Chac Mool.
Víctor Baldovinos, baterista en Iconoclasta, Govea, La Piel, El Templo del Dinero.
Juan Carlos Ruiz, fagot y composición en Nazca, Culto sin Nombre, Arteria.
Miguel Caldera, baterista en Un Siglo Después y Nobilis Factum.
Walter Schmidt, bajista y compositor en Decibel, Size y Casino Shangai.

Te dejo aquí el primer capítulo de la serie, dedicado a Armando Suárez,  y te invito a dejar tus comentarios y compartirlo con quien creas que pueda interesarle.

¡Gracias por tu visita!

Salvador Govea
Producción y Dirección

Julio Salinas
Fotografía y Cámaras

Andrei Castro
Edición y Posproducción

Ciudad de México, México
MMXVIII

¿Existe el rock mexicano? Reseña del libro de David Cortés “El otro rock mexicano» (Nueva edición)

¿Existe el rock mexicano? Reseña del libro de David Cortés “El otro rock mexicano» (Nueva edición)

Hace algunos años, en un grupo de Facebook, el tecladista Carlos Alvarado se refirió al libro de David Cortés, El otro rock mexicano, con las palabras: “…toda la basura que escribió en su librito”. En esa misma ocasión, Alvarado también dejó muy claro que por lo que Cortés escribió en ese libro fue que le dedicó la pieza titulada “David Cortés y la Malinche contra el rock mexicano”.

Esta anécdota ejemplifica el peligro de reseñar un libro en el que el trabajo de uno es examinado. Esto es, si se hace un compendio de grupos, de cualquier estilo, y yo no aparezco en él, o aparezco y soy desacreditado, lo más seguro es que descalifique ese libro. Por el contrario, si se me alaba en ese libro, me sentiré inclinado a hablar bien del mismo. Asumo que yo puede caer en esos extremos, te lo aviso a ti, estimado lector, pero también tomo mis previsiones, y aunque no pueda lograr una completa objetividad, mi obligación es seguir en su búsqueda.

Regresando al principio de este texo, me parece muy extraño que a David Cortés se le acuse, como lo hace Carlos Alvarado, de estar en contra del rock mexicano. Si Alvarado es criticado negativamente en algunas partes de ese libro, esto no quiere decir que Cortés esté en contra del rock mexicano, porque Carlos Alvarado no es todo el rock mexicano. Sí, sé que es una gran obviedad, una verdad de Perogrullo, pero me lleva al siguiente punto: si alguien ha apoyado a los grupos de rock independientes en nuestro país –especialmente a los de rock progresivo– ha sido David Cortés. Y esto es fácilmente comprobable.

Se puede tomar cualquier documental sobre rock mexicano, desde el realizado por Clío hasta los de canales televisivos como MTV o canal 40, y se verá que el rock progresivo es plenamente ignorado, simplemente no existe. Si acaso, alguno mencionará de pasadita a Chac Mool, y eso, tal vez, por la amplia difusión que tuvo al ser grabado por una compañía trasnacional.

En cuanto a libros de rock mexicano, el asunto no cambia mucho:

Federico Arana en su «Guaraches de ante azul» sí registra –aunque no desarrolla– a los progres mexicanos en el capítulo “Trascendencia del roc azteca”. Roberto Vázquez, “Mamys” en su «Rock progresivo», tan sólo esboza un panorama general más claro de grupos surgidos en los años setenta como: Viva México, El Queso Sagrado, La Marioneta Eléctrica, La Cabra de Bolones, El Burro Eléctrico y Decibel. En 1992, el ex baterista de Maldita Vecindad, José Luis Paredes Pacho, publica su libro/ensayo «Rock mexicano. Sonidos de la calle» con una introducción de Carlos Monsiváis en donde el progresivo mexicano la pasó de noche. (José Xavier Návar, 2014, p. 96)

También podemos observar el comportamiento de muchos fans mexicanos de rock progresivo, quienes te pueden hablar del nuevo grupo progresivo de Tombuctú que lanzó su disco la semana pasada, pero que si se les pregunta –como yo lo hice alguna vez– si han escuchado el disco de los mexicanos Kromlech – La soledad de las sombras, de 1998– te darás cuenta que ni el nombre del grupo conocen.

Con este panorama que he descrito, uno puede apreciar la enorme importancia del libro de David Cortés, libro dedicado a los grupos que hacen “una música alejada de marquesinas, reflectores y grandes promociones que ha crecido por la tosudez de sus practicantes” como dice la contraportada de la vieja edición.

Esta nueva edición crece en páginas –de 277 a 432–, en formato, decrece en tamaño de tipografía para crecer en información, añade un valiosísimo índice analítico y un nuevo capítulo “La otra avanzada regia”. Es una investigación que abarca grupos del año 1974 hasta del 2016, en la que entrevistó y les cedió la voz a los músicos que no pueden pagar una campaña de marketing, que no pueden dar payola, que no tienen amigos en las televisoras ni compadres en las instituciones culturales, pero que se pasan extensas horas trabajando en su instrumento y en la composición para llegar a lograr música de calidad. Desgraciadamente, calidad y popularidad no siempre van de la mano –ya he escrito al respecto en mis artículos “Cómo se hace popular una obra artística” y en la reseña del libro Hit Makers–, pero gracias al libro de Cortés uno se puede enterar de proyectos musicales de gran calidad que nunca nombrarán en la radio y en la televisión comercial.

Por otro lado, es claro que no estoy de acuerdo en todo lo que Cortés plantea en su libro, sobre todo en el capítulo llamado “El palimpsesto progresivo”, en el que tengo varias anotaciones y subrayados. Por ejemplo, el lugar común de hablar de “los excesos del progresivo” –cuando tal vez, debería hablarse de los excesos en todo el rock, o de los excesos de la década de los setenta– ya lo he cuestionado, con ejemplos musicales, en un artículo anterior de mi blog, y por eso no hablaré más al respecto, pero sí diré que se dio la oportunidad de platicarlo con David Cortés, de manera muy amable y cordial, en un encuentro fortuito que tuvimos en el metro de Ciudad de México.

En la presentación del libro, el miércoles 13 de diciembre en el Foro Alicia, David Cortés nos confesó que “Lo escribí porque estoy harto de la gente que dice ‘¿Rock Mexicano? ¿Existe?’…”. En efecto, es una pregunta muy habitual y exasperante, pero afortunadamente la respuesta de Cortés fue, en vez de golpear a estas personas, abocarse a investigar y escribir para compartirnos sus “experiencias progresivas, sicodélicas, de fusión y experimentales”.

El otro rock mexicano. Experiencias progresivas, sicodélicas, de fusión y experimentales
David Cortés
GRUPO EDITORIAL TOMO (2017) Ciudad de México
Páginas: 432

PortadaCortes

Referencias

Návar, José Xavier. “El rock progresivo mexicano.” Rolling Stone Mexico, Edición Especial de Colección “Rock Latino. Los años setenta”, 2014, p. 96.

 

‘Yo sólo quiero pegar en la radio’: reseña del libro «Creadores de éxitos»

‘Yo sólo quiero pegar en la radio’: reseña del libro «Creadores de éxitos»

Hit Makers: The Science of Popularity in an Age of Distraction
(Creadores de éxitos: la ciencia de la popularidad en una era de distracción)
Derek Thompson
Penguin Press (2017), New York
Páginas: 352

En un principio creí que se trataba de uno de esos libros que le dicen al artista cómo manejar su imagen, cómo sacarse fotografías, y cómo manejar sus redes sociales para lograr el éxito. Eso fue lo que pensé al ver el título del libro y lo que me llevó a hojear su índice y algunos capítulos. Afortunadamente, me encontré con algo mucho mejor: un libro que trata de explicar el porqué de los grandes fenómenos mediáticos, lo que hace que la gente se vuelque hacia algún producto, libro, película o canción, y cuáles son los aspectos psicológicos en juego en cada caso. No es un trabajo fácil explicar esto. Por ejemplo: juntar una serie de canciones exitosas, describirlas, y averiguar qué tienen en común para lanzar hipótesis de los factores que producen su éxito, es un asunto complicado porque la mayoría de estos hits son excepciones, son productos no característicos, atípicos dentro de su área.

Derek Thompson comienza cada capítulo con la historia de algún producto de gran éxito dentro del arte o los medios de comunicación. Estas historias, en ocasiones muy extensas y detalladas, sirven de base para la explicación de algún concepto teórico o principio psicológico que puede haber sido fundamental para la popularización de dicho producto.

A través de gran cantidad de casos que se discuten en el libro, el autor nos conduce de la música –ejemplificando con Johannes Brahms y su canción de cuna–, al cine –con George Lukas y la creación de la Guerra de las Galaxias–, a la literatura –con el “hitazo” Fifty Shades of Grey–, al arte pictórico, las series televisivas, los programas para computadora y hasta al ámbito de la política.

Hay muchas creencias populares y prejuicios que el autor rebate en este libro. La idea de que un producto es famoso porque es bueno, es puesta a revisión con la historia del popular pintor Claude Monet y su desconocido compañero Gustave Caillebotte. Partiendo de este relato, Thompson pasa a explicar lo que él llama “El poder de exposición”, esto es, la visibilidad de un producto en todos los medios posibles, que hace que el público tenga familiaridad con este, familiaridad que conducirá a que la gente guste de ese producto: “A menudo las cosas más populares no son las que cualquiera consideraría ‘las mejores’. Son las más populares en todas partes, simplemente porque están en todas partes” (p. 8).

En la historia de los pintores impresionistas –de la cual hablé extensamente en un artículo anterior de este blog (Cómo se hace popular una obra artística)– la casualidad juega un papel muy importante, así como en el caso del cantante Bill Haley, narrado en el capítulo 7 “Rock and roll y el azar”. Es muy interesante el ejemplo de la canción “Rock around the clock”, grabada por Bill Haley y sus Cometas, ya que la industria discográfica la había considerado un fracaso a mediados de 1954; sin embargo, menos de un año después, la misma música, la misma letra e intérpretes, la misma grabación logra un éxito apabullante al aparecer al inicio de la película Blackboard jungle –titulada en español como Semilla de maldad. El producto no cambió pero sí cambiaron las circunstancias, el contexto, y por casualidades de la vida llega a convertirse en el emblema del rock and roll: «‘Rock around the clock’ es una historia de gran factura compositiva, del poder de difusión de una película, y del crisol de la cultura adolescente de 1950. Pero también es una historia de suerte abrumadora”(p, 177).

Muchas ideas más son cuestionadas en este libro, lo que tal vez causará incomodidad entre los escritores y periodistas de cultura:

«Cuando los periodistas ven productos triunfar, siempre quieren explicar la inevitabilidad del éxito», dice Watts [Duncan Watts, entrevistado por el autor]. «Se preguntan: ‘¿Cuáles fueron las características de este producto exitoso?’ Y luego deciden que todas estas características deben ser muy especiales. O tratan de encontrar al paciente cero, la persona que inició la tendencia, porque deciden que debe ser muy especial «. Este tipo de pensamiento crea un inútil evangelio del éxito, dice Watts. Si una película de dinosaurios tiene éxito en mayo, se escriben miles de artículos para afirmar que hay algo especial sobre el atractivo de los dinosaurios (incluso si una película de dinosaurios acaba de fallar en enero). Si un músico de Belice la hace en grande en 2016, algunos escritores decidirán que debe haber algo intrínsecamente atractivo sobre la música de Belice (aunque sea el único hit beliceño del siglo). (p. 171)

Para terminar, la estructura de este libro me recuerda la de los libros de divulgacion científica: narra una historia y luego explica algún concepto que se extrae de la misma. Pero no me parece que su objetivo sea divulgar la ciencia, sino responder a la misma pregunta que muchos nos hacemos “¿Por qué ciertas ideas y productos se vuelven populares?”; y para responderla no hace uso de lugares comunes, de rumores, o creencias nunca verificadas –para eso no necesitaríamos un libro, bastaría con dar un vistazo por las redes sociales. Derek Thompson tiene muy claro cómo quiere llevar a cabo su tarea: “En lugar de encontrar atajos que simplifiquen excesivamente las razones por las que algunos productos culturales tienen éxito, mi objetivo es contar una historia compleja de una manera sencilla” (p. 15).

Thompson, Derek. Hit makers: the science of popularity in an age of distraction. New York: Penguin Press, 2017.

Actualización 10 de julio de 2018

Acabo de descubrir que ya está en su versión en español gracias a la editorial  Océano. ¡Recomendadísimo!

Creadores de Hits

 

El punk mató al rock progresivo: la gran mentira

El punk mató al rock progresivo: la gran mentira

Ocurre a menudo que cierta idea ampliamente difundida, después de investigarla un poco se encuentra que no tiene ningún fundamento que la respalde. Cito algunos ejemplos. Estamos acostumbrados a ver una representación de un vikingo portando un casco con dos cuernos; pues los cascos nunca fueron así, esa imagen surgió de un pintor que quería hacer que los vikingos se vieran más atemorizantes. En la escuela primaria nos hacían aprendernos la biografía de Francisco I. Madero pero… ¿sabíamos que significaba la letra “I” en su nombre? ¿Israel?, ¿Ifigenio?, ¿Inocencio? ¡Ah, Indalecio!, ¿verdad?, eso es lo que nos dijeron en la escuela. Pues ocurre que se encontró su acta y su fe de bautismo y se vio que su segundo nombre era Ignacio. También nos cuentan que el niño héroe Juan Escutia se envolvió en la bandera nacional y se aventó desde no sé dónde del castillo de Chapultepec; pero ¿alguien lo vió realmente?, ¿qué testigos tenemos de ello?, ¿será una historia creída por todos pero sin una base real?

Si presento esto como introducción es porque creo que hay una idea sobre el rock progresivo que es una falacia. En realidad, creo que hay muchísimas mentiras que se han dicho sobre el progresivo pero analizaré sólo una: la afirmación de que el rock punk acabó con el rock progresivo.

Morat (2000, p.39) nos presenta un ejemplo típico de esta idea: “Hace mucho tiempo, cuando los dinosaurios (Emerson, Lake and Palmer, Genesis et al.) gobernaban la Tierra, los Pistols fueron quienes los llevaron a la extinción.” Y en un documental de la BBC, un supuesto experto afirma “Casi de la noche a la mañana, después de los Sex Pistols, el rock progresivo se detuvo abruptamente”. Variaciones de estos enunciados los encontramos a cada momento en libros y documentales de rock —incluso en aquellos que no menosprecian al progresivo.

Digamos que aceptamos dicha declaración. Si el punk acabó con el progresivo, ¿en qué aspectos se notaría esto? Se me ocurre lo siguiente:

  1. Al surgir el punk las ventas de los álbumes de rock progresivo caerían drásticamente o, de plano, estos grupos dejarían de grabar álbumes.
  2. Los conciertos de los grupos progresivos estarían semivacíos porque se fueron a escuchar a bandas de punk.
  3. El punk llega a ser tan dominante que los roqueros progresivos abandonan su estilo para dedicarse a tocar punk.

Revisemos el primer punto: ¿cuántos álbumes vendieron los grupos de progresivo del año 1976 en adelante? Uso como punto de partida el año de 1976 porque es cuando los Sex Pistols lanzan su primer sencillo y por su polémica aparición en televisión, en diciembre del mismo año, que se tradujo en una gran atención de los medios. Veamos estos datos —tomados de la Wikipedia en Inglés.

Grupo Album Fecha Ventas
Jethro Tull Songs from the Wood Febrero 1977 Disco de Oro (U.S.A., Canadá)
Heavy Horses

 

Abril 1978 Disco de Oro (U.S.A.), Disco de Plata (U.K.)
Live – Bursting Out Septiembre 1978 Disco de Oro (U.S.A., Canadá), Disco de Plata (U.K.)
Stormwatch

 

Septiembre 1979 Disco de Oro (U.S.A., Canadá)
Genesis A Trick of the Tail

 

Febrero 1976 Disco de Oro (U.S.A., U.K., Francia)
Wind & Wuthering

 

Diciembre 1976 Disco de Oro (U.S.A., U.K., Francia)
…And Then There Were Three…

 

Marzo 1978 Disco de Oro (Alemania, U.K., Francia). Disco de Platino (U.S.A.)

Se pueden consultar las discografías de Yes, Pink Floyd y Emerson, Lake and Palmer y se verá que ocurre algo similar: obtienen discos de oro, de platino y de plata. Incluso “Love Beach” de ELP, que es considerado por muchos como un álbum fallido, fue disco de oro en Estados Unidos.

Vayamos al punto dos: ¿qué ocurrió con los conciertos de los grupos progresivos a partir de 1976?

La gira norteamericana de Emerson, Lake and Palmer de 1977 es tan grande como las anteriores e incluye cuatro fechas en el Madison Square Garden y dos en el estadio Olímpico de Montreal. (Forrester, Hanson & Askew, 2001) También en esos años, el número de conciertos y el tamaño de los foros en que se presentan Yes y Pink Floyd son igualmente impresionantes.

De tal forma que, no se puede establecer ninguna relación entre el surgimiento del punk y las ventas de discos y boletos de los grupos progresivos porque estas continuaron igual de bien que antes. Lo volveré a decir: el rock progresivo seguía teniendo un gran impacto comercial así que no hay manera de establecer ninguna influencia sobre este del rock punk.

Como afirma Sean Albiez (2003, p. 360) “De hecho, el punk no podía competir comercialmente, a finales de los 70 y principios de los 80, con Pink Floyd, Genesis o Yes, artistas de pop/rock como ELO, Abba y David Soul, o con la música disco.”

Punto número tres: por supuesto que ningún grupo progresivo cambió su estilo para tocar punk. Aunque es notoria una simplificación del rock progresivo en varios elementos de su música, habría que demostrarse si esto se debió al punk. Para Edward Macan (1997, p. 186-87) esta simplificación se debió a dos derivados del rock progresivo, el «Stadium rock»— Kansas, Boston, Styx, Rush, Toto, Journey, R.E.O. Speedwagon, Foreigner, Heart, etc. — y el “Pop Sinfónico Británico” — Electric Light Orchestra, Supertramp, 10 cc, the Alan Parsons Project, entre otros.

En resumen, el punk no llegó a tener gran influencia en esos años como a muchos les encanta decir. Dave Laing en “One Chord Wonders” (2015, p.46-7) afirma que “Hacia finales de 1977 estaba claro para la industria discográfica que el punk no se convertiría en ningún ‘Próximo Gran Suceso’ de la música. No había alcanzado ‘la prevista dominación por los punks y sus asociados’ descrita por un complacido comentarista”; y más adelante nos dice que “El rock punk, por tanto, no había conseguido emular el tipo de éxito comercial del anterior Next Big Thing, y por lo tanto su impacto estilístico en el mainstream musical fue limitado.”

Una vez visto que no hay fundamento alguno para decir que el punk acabó con el progresivo, la pregunta que sigue es ¿de dónde y por qué surgió esta mentira?

Tommy Udo (2017) nos cuenta que “Fue en las páginas de NME, Melody Maker y Sounds que nos dijeron que el progresivo era el enemigo de clase y se nos alentó a sentir odio.” El autor Sean Albiez concuerda:

La polarización entre el progresivo y el punk difundida en el período 1976-1977 puede tener tanto que ver con las políticas internas de clase y de género en las oficinas de Melody Maker (Caroline Coon contra … ¿todos los demás?) como con una verdadera oleada de sentimiento anti-progresivo. (Johnstone 1995, pp. 217-18). El análisis de Coon de la emergente escena punk como una deliberada patada de la clase obrera en la cara de los progresivos, universitarios de clase media, (una narración que Lydon emplea, pero que contradice implícitamente) parece un tropo definitorio que frenó el debate (…) La narrativa iconoclasta de Coon predeterminó los discursos futuros de la historia del punk, y se reproduce a menudo en populares historias televisivas del rock y del punk. (Albiez, 2003, p.359)

Como se ve, tenemos una idea inventada y difundida por la prensa de rock. Estos falsificadores de la historia continúan desde entonces repitiendo su mentira con absoluto descaro, mentira que otros, posiblemente sin mala fe pero con esa pésima costumbre de repetir sin verificar, reproducen una y otra vez.

Por mi parte, no me queda otra más que concluir, con base en la evidencia que te he presentado, que el punk ni cosquillas le hizo al rock progresivo.

Referencias

Albiez, S. (2003). Know history!: John Lydon, cultural capital and the prog/punk dialectic. Popular Music, 22(3), 357-374.

Forrester, G., Hanson, M., & Askew, F. (2001). Emerson, Lake and Palmer: the show that never ends. London: Helter Skelter.

Genesis discography. (2017, June 02). Retrieved June 20, 2017, from https://en.wikipedia.org/wiki/Genesis_discography

Jethro Tull discography. (2017, June 01). Retrieved June 20, 2017, from https://en.wikipedia.org/wiki/Jethro_Tull_discography

Laing, D. (2015). One chord wonders: power and meaning in punk rock. Oakland: Pm Press.

Morat. (2000). 1. The greatest punk album ever: Never Mind the Bollocks’. Noise Pollution: the Punk Magazine, 39-39.

Tommy Udo, T. (2017, June 07). Did Punk Kill Prog? Retrieved June 20, 2017, from http://teamrock.com/feature/2017-06-07/did-punk-kill-prog

 

 

Cómo colocar una canción en la radio (la mera verdad de…)

Cómo colocar una canción en la radio (la mera verdad de…)

En esta ocasión no voy a hablar mucho. Sólo voy a presentar dos opiniones contrastantes, y una pequeña crítica mía, sobre el fenómeno de la industria musical conocido como payola. Lo pongo así en letra cursiva porque ese término aún no existe en nuestros diccionarios — aunque la aplicación de esa palabra sí que está bien extendida en los países de habla hispana. De forma que acudo a la Wikipedia (en.wikipedia.org) para la siguiente definición:

Payola, en la industria de la música, es la práctica ilegal de pago u otro incentivo por las compañías discográficas para la difusión de las grabaciones en la radio comercial en el que la canción se presenta como parte normal de las transmisiones diarias.

Para ejemplificar, presento un fragmento del libro de Hank Bordowitz (2007, p. 98-99) Los sucios secretos de la industria del disco: por qué tanta música que escuchas apesta, en el que dedica varios capítulos al estudio de esta práctica.

***********

La acción se lleva a cabo en un departamento de programación de una estación de radio. Hank está trabajando en su escritorio, frente al monitor de su computadora. Suena el teléfono. Hank contesta.

HANK.—Programación WHNK. Habla Hank.

BETH.—Hola, habla Beth, de Promociones Premier.

HANK.—¿Qué tienes en mente?

BETH.—Oh, ya sabes, nuestros discos. Dave y los Marshes: ¿los ha pedido la gente o se ha quejado de ellos?

HANK.—Ya lo sabes. Los tengo rotando 14 veces a la semana.

BETH.—Vaya, ¿tanto así? ¿Lo reportaste a Hits?

HANK.—Por supuesto. Radio and Records lo verificará desde mi selector de transmisiones y también BDS.

BETH.—Bien, y ¿qué tal con esa banda de bebés, los Booyahs?

HANK.—No iremos a eso de nuevo. Esa mierda no va a flotar.

BETH.—Vamos. WTMI los tiene en toda la ciudad.

HANK.—Debe ser por eso que nuestra audiencia subió.

BETH.—Escucha, los Booyahs estarán de gira con Dave. Le tengo que pasar la bandera ya sea a ti o a «TMI».

HANK.—Bueno, tú sabes que hemos apoyado a Dave desde el primer álbum. Lo hemos promocionado por esta región.

BETH.—Sí, pero esto es ahora. TMI está tocando a ambos grupos. Le están dando a los Booyahs siete veces a la semana.

HANK.—Déjame adivinar: ¿los búhos y los murciélagos lo disfrutan?

BETH.—Esta bien, es en la madrugada pero al menos están al aire.

HANK.—Vamos, Beth, estoy jugando limpio contigo. Siempre lo he hecho. Pero necesito mantener la chamba y tocando cosas como los Booyahs me patearían el trasero muy pronto.

BETH.—Bueno, para empezar ¿quién te avisó del trabajo en la WHNK?

HANK.—Si, lo sé. Te debo esa. ¿Pero los Booyahs? Hicimos la encuesta, les pusimos su disco al público de prueba y empezaron a roncar.

BETH.—Oye, estoy recibiendo mucha presión de allá arriba. El nieto del jefe toca la batería en la banda. ¿Podrías hacer la dinámica de votación?, que la audiencia decida si es un éxito o se les manda a la basura. ¿O cualquier otra cosa? (Pausa) Mira, vamos a hacer la campaña de marketing en cooperación con el promotor de conciertos, pero no podemos emitir anuncios en una estación que no esté tocando el disco, ¿me explico?

HANK.—¿Qué tanta cooperación?

BETH.—No han decidido todavía.

HANK.— (Suspira) Vamos a hacer esto: Le daré dos vueltas en la madrugada y si consigue telefonazos, con eso lo levantaré a tres y lo someteré a la votación de “éxito o basura”.

BETH.—Grandioso. Te hablo la próxima semana.

HANK.—Ah, antes de que te vayas. Esos ipods que regalamos la semana pasada. El concurso era para 10. Nos enviaste una docena. ¿Te los envío de vuelta?

BETH.—Nooo, demasiado papeleo para regresarlos al inventario. Es más fácil si te los quedas.

HANK.—Okay.

BETH.— Okay.

Hank cuelga el teléfono.

***********

Como contraparte, leamos ahora la opinión del locutor y programador Raúl David Vázquez, más conocido como Rulo, en una entrevista de Arturo J. Flores (2011, p. 86)

Cuando la gente habla de payola lo hace muy a la ligera. Cada disquera tiene cinco artistas prioridad a los que les mete dinero. Si oyes en Reactor a uno de esos artistas prioridad, entonces puedes decir que hay payola. ¡Pero nadie mete payola para promover a los Strokes! La lana es para los cinco artistas prioridad: Paulina Rubio, Thalía, no sé.

También, el Rulo nos dice lo siguiente:

La payola es el Yeti, todo el mundo lo ha visto, pero nadie tiene pruebas de su existencia. En las disqueras te dicen que no existe, pero ¿quién lo va a probar? Existe una payola legal o formal, las disqueras compran publicidad, se les extiende un recibo y entonces participan en la programación. Es formal, pero el público está engañado porque no le está diciendo que la canción que escucha es resultado de un intercambio de dinero.

Con su chiste sobre el Yeti, me parece que el Rulo quiere minimizar el problema —a través de ridiculizarlo —, pero además va más allá cuando habla de payola formal, porque una cosa es contratar una serie de spots para anunciar mi concierto y otra que se transmitan mis canciones en la programación normal; evidentemente para lo segundo existe un trato por el quel no se extiende ningún recibo, se da un acuerdo por debajo del agua. Pero eso es solamente mi opinión, ¿cuál es la tuya?

 

Referencias

Bordowitz, H. (2007) Dirty Little Secrets of the Record Busi­ ness: Why So Much Music You Hear Sucks. Chicago: A Cappella Books.

Flores, A. J. (2011) La payola es el Yeti. Todos la han visto, pero nadie tiene pruebas de que exista. Playboy México, Vol. 10, No. 110, 84-86.

https://en.wikipedia.org/wiki/Payola

¡Qué horror! ¡Eso es música comercial!

¡Qué horror! ¡Eso es música comercial!

El uso del adjetivo comercial suele escucharse a menudo para referirse despectivamente a cierta música que nos desagrada o que nos parece de poco valor; sin embargo, este adjetivo no describe ninguna característica musical o cualitativa de la música a la que se le aplica.

A menudo me pongo en situaciones difíciles al externar mis opiniones. Un ejemplo de ello es cuando me encuentro en el Conservatorio, o cualquier escuela de música académica, y se me ocurre disparar entre mis compañeros músicos afirmaciones como la siguiente: “La novena sinfonía de Beethoven es de lo más comercial que puede existir.” Es entonces que sus ojos empiezan a desorbitarse y aprovecho para agregar: “Y no se diga de Carl Orff y su `Carmina Burana´, se vende muchísimo.” Ante las primeras señales de linchamiento que observo, es que me apresuro a explicar el porqué de mis blasfemias.

Es ampliamente conocido que cuando una orquesta mexicana programa la novena sinfonía de Beethoven está asegurando salas abarrotadas en sus conciertos. La obra Carmina Burana logra el mismo efecto. Es también completamente previsible que si el programa de concierto de una orquesta está basado en compositores mexicanos, la pieza final sea el “Huapango” de José Pablo Moncayo, garantizándose de esta forma el éxito total. Basado en esos hechos es que afirmo que las tres obras anteriores son muy comerciales, característica que no tiene nada que ver con la calidad de las mismas. No es casualidad que seleccione como ejemplo la sinfonía coral de Beethoven, una obra cuya calidad e importancia dentro de la música académica occidental nadie discutiría, es comercial por el simple hecho de que se vende mucho, porque convoca grandes audiencias cada vez que se interpreta, y nada mas.

Es cierto que en muchas ocasiones la música comercial es la música mas repetitiva, mas carente de recursos (melódicos, armónicos, estructurales, etc.), con letras pueriles, con cantantes desafinados y limitados que basan su éxito en su imagen y teatralidad (y en una buena campaña publicitaria), y no en sus habilidades musicales. Pero en lo que a ventas se refiere, hay ocasiones que tenemos grandes sorpresas, como lo fue el éxito comercial de la “Sinfonía 3” del compositor de concierto polaco Górecki, a principios de los noventa. Otro ejemplo lo tendríamos en el rock progresivo de los setenta que, a pesar de ser creativo, bastante original y complejo, logró grandes volúmenes de ventas en sus discos y conciertos masivos en estadios.

Entre los críticos de música ocurre a menudo que cierta agrupación que ellos han encumbrado, recalcando sus características de marginal, subterráneo o independiente (adjetivos que, sin duda alguna, habría que analizar mas a fondo), de repente empieza a ser denostada por ellos mismos porque sus discos se están vendiendo mucho y sus conciertos son muy concurridos, aunque su sonido no haya cambiado en absoluto, como si el hecho de tener popularidad contaminara su música. Creo que lo anterior se relaciona en gran medida con la idea romántica siguiente: quien se dedica al verdadero arte (cualquier cosa que eso signifique), lo hace sin esperar ningún beneficio económico, y en cuanto recibe algún pago traiciona su arte y su razón de ser como artista. Olvidan que un músico (un artista, en lo general) es un trabajador como cualquier otro, que necesita alimentarse, educarse, recibir atención médica, y que tiene multitud de cuentas por pagar.

Hace mucho tiempo que no uso el término “música comercial”, y, cuando lo escucho, pido siempre una aclaración de lo que quieren expresar con ello. Y para finalizar, agregaré, sin pena alguna, que espero que mi música sea comercial, es decir, que se venda mucho; esto es necesario para que mi proyecto musical subsista y que los talentosos músicos con los que colaboro no me abandonen para irse a tocar duranguense, donde tendrían su situación económica asegurada.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente el 1 de julio de 2013 en el blog de http://www.goveamusic.com.

Ni arte ni parte 17_Música_