Reseña de «1973: The Golden Year of Progressive Rock» de Geoffrey Feakes

Reseña de «1973: The Golden Year of Progressive Rock» de Geoffrey Feakes

En esta ocasión presentaré una breve reseña del libro “1973: The Golden Year of Progressive Rock” de Geoffrey Feakes publicado por Sonicbond Publishing en Mayo de 2022. Geoffrey Feakes es un escritor y periodista musical británico; ha publicado libros sobre The Moody Blues, The Who y Steve Hackett y escribe desde 2005 en la Dutch Progressive Rock Page.

            En el prólogo de menos de dos páginas, se hace una rápida revisión del cine, la televisión, radio, deportes, la música popular y los acontecimientos políticos y sociales del Reino Unido ocurridos en 1973; lo que nos sitúa en el contexto de una época donde la música hoy llamada rock progresivo fue, según el autor, “Ese raro caso en el que una credibilidad artística sin precedentes fue de la mano del éxito comercial, logrado con poca exposición en la radio o la televisión” (Feakes, 2022, p. 8).

            ¿Por qué dice Geoffrey Feakes que este fue el año dorado del progresivo? Esto lo explica en su introducción.

  1. Muchas de las bandas formadas a finales de los 60 se encuentran en su apogeo.
  2. Hay debuts impresionantes, entre los que cita a Camel y Greenslade.
  3. Los seis grandes del progresivo británico lanzaron importantes álbumes: Emerson, Lake and Palmer, Brain Salad Surgery; Genesis, Selling England by the Pound; Jethro Tull, A Passion Play; King Crimson, Larks’ Tongues in Aspic; Pink Floyd, The Dark Side of the Moon; y Yes, Tales from Topographic Oceans.
  4. Si lo anterior no bastara, durante la temporada navideña de 1973, los álbumes ya mencionados de Yes y de Emerson, Lake and Palmer fueron los discos más vendidos en el Reino Unido, alcanzando, respectivamente, el número 1 y el 2.

            En las 30 páginas que siguen, se detalla lo que hace especial a este año, con breves secciones que abarcan los siguientes temas: el prog sinfónico, la escena Canterbury, el Krautrock, la fusión, el prog folk, el art rock, el space rock, el hard rock, el progresivo en otros países europeos, la parte visual de las presentaciones en vivo y los álbumes derivados de las mismas, la recepción de la crítica y las ilustraciones de los LPs. También dedica pequeños capítulos a los discos Tubullar Bells de Mike Oldfield y The Dark Side of the Moon de Pink Floyd.

            La segunda parte del libro es la más extensa –abarca casi cien páginas de un total de 160– y está dedicada a reseñar veinte álbumes clave del 73. Para cada disco sigue un formato donde anota los datos de los intérpretes, la grabación y la producción, fecha de lanzamiento y lugar alcanzado en los charts; después habla sobre los orígenes de la banda y su desarrollo hasta esa fecha; por último, comenta cada una de las pistas del álbum. Feakes enfatiza que no pretende listar “lo mejor del 73”, ni sus veinte álbumes favoritos del año sino que intenta ofrecer una amplia muestra de la diversidad de los lanzamientos, no sólo de los grupos considerados como rock progresivo, sino también de los que presentan conexiones con este género.

            Aparte de los álbumes ya mencionados de Emerson, Lake and Palmer, Genesis, Jethro Tull,  King Crimson y Yes, en este listado se encuentran:

Mahavishnu Orchestra – Birds of Fire
Rick Wakeman – The Six Wives of Henry VIII
Greenslade – Greenslade
Gong – Flying Teapot
Le Orme – Felona E Sorona
Can – Future Days
Kayak – See See the Sun
Gentle Giant – In A Glass House
Premiata Forneria Marconi – Photos of Ghosts
Renaissance – Ashes Are Burning
Caravan – For Girls Who Grow Plump in the Night
Nektar – Remember the Future
Manfred Mann’s Earth Band – Solar Fire
Electric Light Orchestra – On the Third Day
Magma – Mekanik Destruktiw Kommandoh

            La información presentada para cada álbum es valiosa y bien organizada, pero las descripciones de cada una de las pistas no me parecen –en lo general– que aporten demasiado, pongo como ejemplo la siguiente narración que hace del inicio de Larks’ Tongues in Aspic de King Crimson:

El álbum y la primera parte del tema del mismo título se abren con el suave sonido de la percusión afinada, ondulando como un suave arroyo en un día de verano. Sin embargo, es la calma que precede a la tormenta. Una guitarra distorsionada y un violín insistente entran en escena alrededor de los tres minutos antes de que toda la banda irrumpa en acción –y lo haga decididamente–. A los cinco minutos, nuestros oídos se ven asaltados por una secuencia desarticulada y muy compleja con inquietos acordes de guitarra apoyados por una percusión sobrenatural.

(Feakes, 2022, p. 59)

            Esta descripción, para mí, no dice nada que el oyente no pueda percibir por sí mismo o que permita a este mejorar la comprensión de la música escuchada. De cualquier forma, este tipo de narración es representativa de las reseñas de álbumes que se encuentran abundantemente en publicaciones musicales y en sitios de internet. A pesar de lo dicho, creo que esta segunda parte del libro puede funcionar muy bien como referencia y medio de consulta.

            Un hecho que me parece importante de este libro, es que el autor conoció esta música en la misma época en que surgió y vivió el desarrollo de esta yendo a conciertos y comprando y escuchando los álbumes en los mismos años 70, lo que le da una visión diferente de lo que nos puede relatar un autor joven que apenas descubríó a estas bandas o alguien mayor pero que fue completamente extraño a ese entorno. Dice Feakes:

Estaba al final de la adolescencia, disfrutando de una vibrante escena musical en compañía de amigos con intereses similares. A lo largo del año, compré 80 álbumes y tuve la suerte de ver a muchos grupos en directo. El precio medio de las entradas en el Reino Unido era de 1 libra, lo que, teniendo en cuenta la inflación, equivale a unas 10 libras hoy en día. Comparen esto con la gira de Genesis 2021-2022 The Last Domino?, donde las entradas comenzaban alrededor de las 150 libras y de ahí iban para arriba. Los álbumes de vinilo costaban entre 2 y 3 libras.

(p. 7-8)

            Siendo testigo directo de ese movimiento musical, el autor aporta importantes observaciones, como la siguiente:

Si bien «rock progresivo» no es, por lo que recuerdo, un término que yo o mis amigos utilizáramos habitualmente a principios de los años setenta, lo cierto es que se utilizaba a principios de la década, como demuestra el Bath Festival of Blues & Progressive Music celebrado en junio de 1970. Sin embargo, había una tendencia a utilizarlo como un término genérico para las bandas y los músicos que tocaban una variedad de rock, ya fuera heavy, folk, blues o sinfónico. El semanario musical británico Melody Maker, por su parte, seguía aplicando regularmente el término «pop» en 1970 a una gran variedad de actos, independientemente de los estilos.

(p. 11)

            Esto que comenta Feakes, es un punto interesante a investigar –y muy probablemente lo haremos más adelante–, ya que suele olvidarse que los términos cambian con el tiempo –e incluso, con la geografía–, y alguien que hablara de “rock progresivo” o “pop” en los 70, se refiere a algo diferente y mucho más amplio de lo que se consideró décadas después y, por supuesto, de lo que se entiende en la actualidad.

            También hay varias declaraciones en este libro que contrastan plenamente con la narrativa de la prensa musical dominante.

            Dice Feakes: «A lo largo de los años, los libros sobre el tema han presentado a menudo al prog rock como elitista, normalmente preferido sólo por varones provenientes de la clase alta. Evidentemente, estos escritores no formaban parte del público en 1973» (p. 33).

            Y páginas más adelante, dice que: «Para que conste, aunque la gira de Topographic Oceans ha sido muy desacreditada, mis amigos y yo vimos el álbum interpretado en su totalidad en cuatro ocasiones distintas en 1973 y nos encantó cada minuto de cada concierto» (p. 39). 

            Tengo que admitir que la primera parte de este libro fue la que me pareció más interesante, aunque sé que no me hará ningún mal profundizar en el resto del mismo y revisarlo con atención: sé que encontraré datos importantes y puede que algunas sorpresas.

            Si esta reseña logró hacer surgir la curiosidad en algún lector, puede encontrar con facilidad este ejemplar en varias librerías en línea –con un precio de alrededor de 20 dólares estadunidenses–, y así irse preparando para el año 2023, cuando todos estos álbumes cumplan sus 50 de haber salido a la luz.

Título: 1973: The Golden Year of Progressive Rock

Autor: Geoffrey Feakes

Editorial ‏ : ‎ Sonicbond Publishing (7 Mayo 2022)

Idioma ‏ : ‎ Inglés Tapa blanda ‏ : ‎ 160 páginas

ISBN-10 ‏ : ‎ 1789521653

ISBN-13 ‏ : ‎ 978-1789521658

¿Existe el rock mexicano? Reseña del libro de David Cortés “El otro rock mexicano» (Nueva edición)

¿Existe el rock mexicano? Reseña del libro de David Cortés “El otro rock mexicano» (Nueva edición)

Hace algunos años, en un grupo de Facebook, el tecladista Carlos Alvarado se refirió al libro de David Cortés, El otro rock mexicano, con las palabras: “…toda la basura que escribió en su librito”. En esa misma ocasión, Alvarado también dejó muy claro que por lo que Cortés escribió en ese libro fue que le dedicó la pieza titulada “David Cortés y la Malinche contra el rock mexicano”.

Esta anécdota ejemplifica el peligro de reseñar un libro en el que el trabajo de uno es examinado. Esto es, si se hace un compendio de grupos, de cualquier estilo, y yo no aparezco en él, o aparezco y soy desacreditado, lo más seguro es que descalifique ese libro. Por el contrario, si se me alaba en ese libro, me sentiré inclinado a hablar bien del mismo. Asumo que yo puede caer en esos extremos, te lo aviso a ti, estimado lector, pero también tomo mis previsiones, y aunque no pueda lograr una completa objetividad, mi obligación es seguir en su búsqueda.

Regresando al principio de este texo, me parece muy extraño que a David Cortés se le acuse, como lo hace Carlos Alvarado, de estar en contra del rock mexicano. Si Alvarado es criticado negativamente en algunas partes de ese libro, esto no quiere decir que Cortés esté en contra del rock mexicano, porque Carlos Alvarado no es todo el rock mexicano. Sí, sé que es una gran obviedad, una verdad de Perogrullo, pero me lleva al siguiente punto: si alguien ha apoyado a los grupos de rock independientes en nuestro país –especialmente a los de rock progresivo– ha sido David Cortés. Y esto es fácilmente comprobable.

Se puede tomar cualquier documental sobre rock mexicano, desde el realizado por Clío hasta los de canales televisivos como MTV o canal 40, y se verá que el rock progresivo es plenamente ignorado, simplemente no existe. Si acaso, alguno mencionará de pasadita a Chac Mool, y eso, tal vez, por la amplia difusión que tuvo al ser grabado por una compañía trasnacional.

En cuanto a libros de rock mexicano, el asunto no cambia mucho:

Federico Arana en su «Guaraches de ante azul» sí registra –aunque no desarrolla– a los progres mexicanos en el capítulo “Trascendencia del roc azteca”. Roberto Vázquez, “Mamys” en su «Rock progresivo», tan sólo esboza un panorama general más claro de grupos surgidos en los años setenta como: Viva México, El Queso Sagrado, La Marioneta Eléctrica, La Cabra de Bolones, El Burro Eléctrico y Decibel. En 1992, el ex baterista de Maldita Vecindad, José Luis Paredes Pacho, publica su libro/ensayo «Rock mexicano. Sonidos de la calle» con una introducción de Carlos Monsiváis en donde el progresivo mexicano la pasó de noche. (José Xavier Návar, 2014, p. 96)

También podemos observar el comportamiento de muchos fans mexicanos de rock progresivo, quienes te pueden hablar del nuevo grupo progresivo de Tombuctú que lanzó su disco la semana pasada, pero que si se les pregunta –como yo lo hice alguna vez– si han escuchado el disco de los mexicanos Kromlech – La soledad de las sombras, de 1998– te darás cuenta que ni el nombre del grupo conocen.

Con este panorama que he descrito, uno puede apreciar la enorme importancia del libro de David Cortés, libro dedicado a los grupos que hacen “una música alejada de marquesinas, reflectores y grandes promociones que ha crecido por la tosudez de sus practicantes” como dice la contraportada de la vieja edición.

Esta nueva edición crece en páginas –de 277 a 432–, en formato, decrece en tamaño de tipografía para crecer en información, añade un valiosísimo índice analítico y un nuevo capítulo “La otra avanzada regia”. Es una investigación que abarca grupos del año 1974 hasta del 2016, en la que entrevistó y les cedió la voz a los músicos que no pueden pagar una campaña de marketing, que no pueden dar payola, que no tienen amigos en las televisoras ni compadres en las instituciones culturales, pero que se pasan extensas horas trabajando en su instrumento y en la composición para llegar a lograr música de calidad. Desgraciadamente, calidad y popularidad no siempre van de la mano –ya he escrito al respecto en mis artículos “Cómo se hace popular una obra artística” y en la reseña del libro Hit Makers–, pero gracias al libro de Cortés uno se puede enterar de proyectos musicales de gran calidad que nunca nombrarán en la radio y en la televisión comercial.

Por otro lado, es claro que no estoy de acuerdo en todo lo que Cortés plantea en su libro, sobre todo en el capítulo llamado “El palimpsesto progresivo”, en el que tengo varias anotaciones y subrayados. Por ejemplo, el lugar común de hablar de “los excesos del progresivo” –cuando tal vez, debería hablarse de los excesos en todo el rock, o de los excesos de la década de los setenta– ya lo he cuestionado, con ejemplos musicales, en un artículo anterior de mi blog, y por eso no hablaré más al respecto, pero sí diré que se dio la oportunidad de platicarlo con David Cortés, de manera muy amable y cordial, en un encuentro fortuito que tuvimos en el metro de Ciudad de México.

En la presentación del libro, el miércoles 13 de diciembre en el Foro Alicia, David Cortés nos confesó que “Lo escribí porque estoy harto de la gente que dice ‘¿Rock Mexicano? ¿Existe?’…”. En efecto, es una pregunta muy habitual y exasperante, pero afortunadamente la respuesta de Cortés fue, en vez de golpear a estas personas, abocarse a investigar y escribir para compartirnos sus “experiencias progresivas, sicodélicas, de fusión y experimentales”.

El otro rock mexicano. Experiencias progresivas, sicodélicas, de fusión y experimentales
David Cortés
GRUPO EDITORIAL TOMO (2017) Ciudad de México
Páginas: 432

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Referencias

Návar, José Xavier. “El rock progresivo mexicano.” Rolling Stone Mexico, Edición Especial de Colección “Rock Latino. Los años setenta”, 2014, p. 96.

 

‘Yo sólo quiero pegar en la radio’: reseña del libro «Creadores de éxitos»

‘Yo sólo quiero pegar en la radio’: reseña del libro «Creadores de éxitos»

Hit Makers: The Science of Popularity in an Age of Distraction
(Creadores de éxitos: la ciencia de la popularidad en una era de distracción)
Derek Thompson
Penguin Press (2017), New York
Páginas: 352

En un principio creí que se trataba de uno de esos libros que le dicen al artista cómo manejar su imagen, cómo sacarse fotografías, y cómo manejar sus redes sociales para lograr el éxito. Eso fue lo que pensé al ver el título del libro y lo que me llevó a hojear su índice y algunos capítulos. Afortunadamente, me encontré con algo mucho mejor: un libro que trata de explicar el porqué de los grandes fenómenos mediáticos, lo que hace que la gente se vuelque hacia algún producto, libro, película o canción, y cuáles son los aspectos psicológicos en juego en cada caso. No es un trabajo fácil explicar esto. Por ejemplo: juntar una serie de canciones exitosas, describirlas, y averiguar qué tienen en común para lanzar hipótesis de los factores que producen su éxito, es un asunto complicado porque la mayoría de estos hits son excepciones, son productos no característicos, atípicos dentro de su área.

Derek Thompson comienza cada capítulo con la historia de algún producto de gran éxito dentro del arte o los medios de comunicación. Estas historias, en ocasiones muy extensas y detalladas, sirven de base para la explicación de algún concepto teórico o principio psicológico que puede haber sido fundamental para la popularización de dicho producto.

A través de gran cantidad de casos que se discuten en el libro, el autor nos conduce de la música –ejemplificando con Johannes Brahms y su canción de cuna–, al cine –con George Lukas y la creación de la Guerra de las Galaxias–, a la literatura –con el “hitazo” Fifty Shades of Grey–, al arte pictórico, las series televisivas, los programas para computadora y hasta al ámbito de la política.

Hay muchas creencias populares y prejuicios que el autor rebate en este libro. La idea de que un producto es famoso porque es bueno, es puesta a revisión con la historia del popular pintor Claude Monet y su desconocido compañero Gustave Caillebotte. Partiendo de este relato, Thompson pasa a explicar lo que él llama “El poder de exposición”, esto es, la visibilidad de un producto en todos los medios posibles, que hace que el público tenga familiaridad con este, familiaridad que conducirá a que la gente guste de ese producto: “A menudo las cosas más populares no son las que cualquiera consideraría ‘las mejores’. Son las más populares en todas partes, simplemente porque están en todas partes” (p. 8).

En la historia de los pintores impresionistas –de la cual hablé extensamente en un artículo anterior de este blog (Cómo se hace popular una obra artística)– la casualidad juega un papel muy importante, así como en el caso del cantante Bill Haley, narrado en el capítulo 7 “Rock and roll y el azar”. Es muy interesante el ejemplo de la canción “Rock around the clock”, grabada por Bill Haley y sus Cometas, ya que la industria discográfica la había considerado un fracaso a mediados de 1954; sin embargo, menos de un año después, la misma música, la misma letra e intérpretes, la misma grabación logra un éxito apabullante al aparecer al inicio de la película Blackboard jungle –titulada en español como Semilla de maldad. El producto no cambió pero sí cambiaron las circunstancias, el contexto, y por casualidades de la vida llega a convertirse en el emblema del rock and roll: «‘Rock around the clock’ es una historia de gran factura compositiva, del poder de difusión de una película, y del crisol de la cultura adolescente de 1950. Pero también es una historia de suerte abrumadora”(p, 177).

Muchas ideas más son cuestionadas en este libro, lo que tal vez causará incomodidad entre los escritores y periodistas de cultura:

«Cuando los periodistas ven productos triunfar, siempre quieren explicar la inevitabilidad del éxito», dice Watts [Duncan Watts, entrevistado por el autor]. «Se preguntan: ‘¿Cuáles fueron las características de este producto exitoso?’ Y luego deciden que todas estas características deben ser muy especiales. O tratan de encontrar al paciente cero, la persona que inició la tendencia, porque deciden que debe ser muy especial «. Este tipo de pensamiento crea un inútil evangelio del éxito, dice Watts. Si una película de dinosaurios tiene éxito en mayo, se escriben miles de artículos para afirmar que hay algo especial sobre el atractivo de los dinosaurios (incluso si una película de dinosaurios acaba de fallar en enero). Si un músico de Belice la hace en grande en 2016, algunos escritores decidirán que debe haber algo intrínsecamente atractivo sobre la música de Belice (aunque sea el único hit beliceño del siglo). (p. 171)

Para terminar, la estructura de este libro me recuerda la de los libros de divulgacion científica: narra una historia y luego explica algún concepto que se extrae de la misma. Pero no me parece que su objetivo sea divulgar la ciencia, sino responder a la misma pregunta que muchos nos hacemos “¿Por qué ciertas ideas y productos se vuelven populares?”; y para responderla no hace uso de lugares comunes, de rumores, o creencias nunca verificadas –para eso no necesitaríamos un libro, bastaría con dar un vistazo por las redes sociales. Derek Thompson tiene muy claro cómo quiere llevar a cabo su tarea: “En lugar de encontrar atajos que simplifiquen excesivamente las razones por las que algunos productos culturales tienen éxito, mi objetivo es contar una historia compleja de una manera sencilla” (p. 15).

Thompson, Derek. Hit makers: the science of popularity in an age of distraction. New York: Penguin Press, 2017.

Actualización 10 de julio de 2018

Acabo de descubrir que ya está en su versión en español gracias a la editorial  Océano. ¡Recomendadísimo!

Creadores de Hits

 

Reseña del libro «Rock Progresivo» de Roberto Vázquez «Mamys»

Reseña del libro «Rock Progresivo» de Roberto Vázquez «Mamys»

Por segunda ocasión podemos contar con una colaboración de Jorge Alveláis, compositor e intérprete de Ciudad de México, quien me permitió publicar este texto que escribió en 2013. Te invito a que revises aquí mismo su biografía.
Bienvenido de nuevo, amigo Alveláis.

*****

Rock Progresivo
Roberto Vázquez «Mamys»
Rock y Letras (2000), Ciudad de México
Páginas: 415

Antier leí las primeras páginas de un libro titulado «Rock Progresivo», escrito por Roberto Vázquez «Mamys», quien fue colaborador de la epopéyica revista «Conecte» en los años setenta. El texto de 415 páginas dedica la mayor parte a enlistar bandas, y sólo las primeras 42 a analizar el género y sus vertientes.

De entrada, el libro ostenta muchos errores gramaticales. Frases como «en base a», pésimo uso de las puntuación, oraciones inconexas, etc., me distrajeron de la lectura en varias ocasiones, haciéndome releer el párrafo en turno para comprender lo que el autor quiso decir.

Como parece ser norma en los textos de crítica artística, el autor carece de conocimientos tanto de técnica como de historia de la materia que aborda. Algunos párrafos a manera de ejemplo y mi comentario bajo cada uno:

Rock and Roll está formado por dos palabras que literalmente significan Rock-roca y Roll-rodar, lógicamente no se puede aceptar esta definición para conocer el significado de esta clase de música. Buscando en el argot de los músicos, se encuentra la definición siguiente: Rock-ritmo y Roll-compás, entonces Rock and Roll se define como «Ritmo y Compás». (p. 19)

El locutor Alan Freed bautizó el género con ese nombre para que la mayoría del público discográfico estadounidense lo aceptara, ya que en los años cincuentas el racismo impedía que la música afroamericana fuese consumida por los jóvenes de raza blanca. Un buen diccionario habría bastado para darse cuenta de que Freed usó los términos «rock» y «roll» como sinónimos de «mecer» y «mover», respectivamente, aludiendo al impulso de bailar que despertaba la música por él bautizada.

El Rock and Roll en sus inicios fue un ritmo nuevo, pero no avanzó en nada a la música conocida entonces. (p. 15)

El rock and roll modificó la estructura original del rhythm and blues al eliminar el «call-response» como parte inseparable del género. En cualquier vertiente de blues, cada frase (call) debe tener respuesta (response), una característica heredada de las canciones de trabajo de los esclavos negros. Por ejemplo, en una canción de B.B. King, cada frase vocal es respondida por una frase de su guitarra “Lucille”. En el rock and roll esta característica fue eliminada, lo cual significó un avance que permitió introducir elementos ajenos a la estructura primitiva.

La fuerza que Los Beatles dieron al Rock, fue económica en su totalidad, musicalmente su aportación fue nula, a pesar de lo que se diga. (p. 16)

No creo necesario enlistar siquiera una parte de las innumerables aportaciones de Los Beatles al acervo musical de la humanidad. En vez de eso, hago notar que, con su impositiva sentencia «a pesar de lo que se diga» el autor descarta cualquier controversia sucedánea; pero el señor está equivocado ‘a pesar de lo que diga’.

…la Ola Inglesa, que no pasaba de ser una corriente comercial con los cánones musicales tradicionales, canciones y música para ese entonces excelente, muy bonita pero sin ningún aporte importante hacia delante. (p. 26)

De un plumazo, el autor borra el mérito de bandas como The Rolling Stones, The Dave Clark Five, The Zombies, The Animals o The Who, todas ellas parte de la llamada “ola inglesa” que cambió el panorama de la música en el mundo.

La carencia de conocimientos del autor se agrava en su definición de “rock progresivo”, pues, como ya es usual en estos casos, cita rasgos que poseen otros géneros musicales y otras corrientes del rock mismo:

Rock Progresivo es la corriente musical que constantemente evoluciona en su técnica, estilo, tiempos, concepto y sonido, tomando de otros ritmos lo necesario para su constante busqueda y experimentación, sin tener limitantes en su creatividad. (p. 19)

Si sustituimos el término “Rock Progresivo” con casi cualquier otro género, la definición sigue siendo aplicable: “El jazz es la corriente musical que constantemente evoluciona en su técnica, estilo, tiempos, concepto y sonido, tomando de otros ritmos lo necesario para su constante busqueda y experimentación, sin tener limitantes en su creatividad”. “Tecno es la corriente musical que constantemente evoluciona en su técnica, estilo, tiempos, concepto y sonido, tomando de otros ritmos lo necesario para su constante busqueda y experimentación, sin tener limitantes en su creatividad”.

Me abstengo de transcribir los demás párrafos dedicados a la definición mencionada y me limito a recalcar que adolecen del mismo mal que el antes citado: enlistan rasgos no definitorios.

Cuando el autor aborda los aspectos sociológicos de la música, nuevamente de manera intuitiva y sin apoyo teórico, el resultado es pleno de ingenuidad. Refiriéndose al New Age escribe:

Es música suave, fina, muy rica en su instrumentación, con las intenciones de provocar un cambio positivo en la humanidad en todos sus niveles. Lógicamente al superarse el espíritu, cambia la moral y por ende la conducta, se acabarían muchas cosas negativas como la corrupicón en todos sus niveles, el daño a la ecología, la droga como vicio, los robos y el satanismo. (p.22)

Las causas materiales de la historia, las estructuras socioeconómicas, la lucha de clases, etc.; es decir los motores de la evolución humana, son reducidos a una cuestión de superación individual de donde —según el autor— se derivará el bien social.

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El gran problema del autor del libro en cuestión es su carencia de sustento teórico y su audacia al escribir sobre un tema que a todas luces no domina. No creo que el crítico de arte deba ser artista para que sus comentarios sean válidos; pero sostengo que para criticar cualquier materia es indispensable tener conocimientos técnicos: escribir un artículo sobre construcción de casas exige conocimientos de ingeniería civil o arquitectura; un texto sobre fisiología demanda saber de medicina o anatomía, etc.

En consecuencia, para emitir juicios válidos, el crítico musical debe tener conocimientos técnicos, saber de armonía, composición, contrapunto, etc., tal como el divulgador científico sabe de ciencia en grado suficiente para realizar su labor de manera responsable.

 

Mayo de 2013
Jorge Alveláis
http://www.jorgealvelais.com

 

Cómo ser feliz si eres músico o tienes uno cerca (reseña bibliográfica)

Cómo ser feliz si eres músico o tienes uno cerca (reseña bibliográfica)

Cómo ser feliz si eres músico o tienes uno cerca
Guillermo Dalia
MUNDIMUSICA (2008) Madrid
Páginas: 214

No es que uno sea una persona especial por el hecho de ser músico –aunque sé de muchos compañeros que se lo creen–, pero es verdad que la carrera del músico tiene una serie de características que no se encontrarán en otras profesiones. La duración de la carrera, un mínimo de siete años, y la cantidad de horas que el estudiante pasa solo con su instrumento parecen ser aspectos definitorios en la manera como nos comportamos los músicos.

Es común escuchar que alguien diga orgullosamente “música no es lo que hago, música es lo que soy” sin darse cuenta de lo perjudicial que puede ser que dicha frase se tome en serio. Guillermo Dalia, psicólogo clínico especializado en problemas de ansiedad escénica en músicos, apunta que “es frecuente encontrarse con músicos que viven la música 24 horas al día y que no posean otras distracciones que no deriven de aquella” (p. 28) y nos explica a continuación que el bienestar del individuo no puede estar sustentado sólo en su profesión sino que debe estar apoyado también en su familia, en su relación de pareja, en su grupo de amistades, en los pasatiempos y diversiones –fuera de la música, por supuesto–, en la práctica de un deporte, entre otros puntos. Siendo la práctica de la música tan absorbente, es fácil que descuidemos las otras áreas de importancia para todo ser humano.

Sí, la música nos apasiona, nos entretiene y nos divierte, pero también la sufrimos, por ejemplo, con la ansiedad escénica, que parece alcanzar hasta al 80 por ciento de los músicos en diferentes etapas de su carrera. Es a través del tratamiento del pánico escénico que Guillermo Dalia entra en contacto con gran cantidad de músicos y llega a delinear cinco características que los unifican: individualismo, competitividad, pensamiento dicotómico, crítica y divismo. Sé que lo anterior no suena muy halagüeño, pero si tú, músico, lees este libro con la apertura suficiente y sin tratar de justificarte, podrás ver, como me pasó a mí, que este libro te irá describiendo de forma asombrosa. También te hará comprender varios comportamientos y costumbres que vamos aprendiendo a lo largo de la carrera y que no cuestionamos nunca. Por ejemplo, cuando el profesor de instrumento se siente padre y casi dueño de los alumnos a los que instruye, y provoca que estos alumnos formen un clan alrededor de él para competir y enfrentarse con el clan de alumnos de otro profesor.

Otros tópicos que también se abordan en el libro son: la relación del músico con su instrumento, el músico y su pareja, el estudiante de música, los padres del estudiante de música, el profesor de música, y el músico de orquesta. Aunque habla en su mayoría de los músicos de conservatorio y sólo ocasionalmente de los de música popular o de los aficionados, puede servir de igual manera a estos últimos. Escrito en lenguaje simple, este libro no va a dirigido a los especialistas sino al músico y, como lo dice su título, a los que se encuentran cerca de él y quisieran comprender por qué es así –mi novia ya tiene su ejemplar, por cierto.
Es uno de esos libros que te hará afirmar: “si años atrás me hubieran dicho esto…”.

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