Nota y advertencia: este artículo fue escrito a finales de 1989 para la revista Harmonium de la Sociedad de Alumnos de la Escuela Nacional de Música de la UNAM.
La UPIC literalmente es Unidad Poliagógica e Informática del CEMAMu (Centre d’Etudes de Mathématique et Automátique Musicales) y técnicamente es un equipo computacional que nos ayuda a hacer música. Consta de una microcomputadora, una mesa gráfica con lápiz electromagnético, un convertidor analógico/digital y digital/analógico y una serie de poderosos programas informáticos; todo esto complementado con equipo sonoro de amplificadores, bocinas y magnetófonos.
En esta máquina el proceso de invención musical parte desde la creación de los elementos constitutivos del sonido, como la forma de onda (la forma de la variación de la presión atmosférica la cual será aplicada en el tímpano 440 veces por segundo, si el sonido que escuchamos es de 440 hertz) –es decir, el timbre–, la envolvente (evolución de la intensidad del sonido en el tiempo), hasta la determinación de la altura y duración de los sonidos (el equivalente a nuestro sistema de pautas y figuras rítmicas).
A diferencia de los sintetizadores que ya tienen un banco de sonidos preestablecidos, “de fábrica”, en la UPIC se tiene que empezar por ir creando un banco de timbres y envolventes, además de que no está limitada por un teclado para usar solo 12 notas, sino que se pueden usar todas las alturas posibles.

La forma en que se logra esto es a través de la mesa gráfica (de 1m2 aproximadamente y cubierta con un papel milimétrico para precisar los ejes) en la cual se dibuja con un lápiz electromagnético cada uno de los elementos de nuestra música: forma de onda, envolventes, altura y duración del sonido. Todo lo que se va dibujando es mostrado en la pantalla gráfica. De esta manera es posible obtener un centenar de envolventes, y un centenar de timbres, mucho más que los disponibles en una orquesta clásica. Incluso podemos grabar sonidos externos, ya sean de instrumentos musicales o no, y visualizar la forma de onda y envolvente de los mismos, pudiendo automáticamente extraer una parte de ellos y obtener así un nuevo timbre o envolvente compleja que serían imposibles de dibujar con un simple trazo de la mano.
Centrémonos ahora en lo que sería la composición de la música en sí. Podemos ver la mesa gráfica como un sistema de dos ejes en donde el vertical representa la altura y el horizontal el tiempo. Cada línea que tracemos o “arco de sonido” se puede afectar con un timbre, una envolvente y una intensidad; se pueden dibujar hasta 64 o 256 arcos simultáneos (depende de la versión de la máquina) que sonarán al mismo tiempo, y todo el dibujo puede contener un poco más de 2000 arcos. El compositor no estará limitado por una escala o serie de sonidos, y podrá dar rienda suelta a su creatividad para formar melodías, armonías, nubes de sonido, ritmos de toda índole, glissandi, etc. Una vez terminado el dibujo se le ordenará a la computadora que calcule la página, indicándole que duración y que ámbito queremos, pudiendo escuchar una misma página con una duración de un cuarto de segundo o hasta de una hora, y escucharla en un ámbito en donde todo el eje vertical cubra un semitono o hasta 10 octavas.
Esto no significa que se obtenga música a partir de dibujos o que se pueda “escuchar” un dibujo, sino que es música que la graficamos en forma de líneas para que la máquina entienda. Como comentaba Alain Despres, el director de los talleres de la UPIC, alguien dibujó alguna vez a Marilyn Monroe y el retrato se veía muchas veces mejor de lo que se escuchaba.
De modo general, éstas son las principales características y posibilidades de la UPIC, posibilidades que van en aumento año con año ya que la UPIC está en constante desarrollo a la par que los progresos de la informática. Hay que aclarar que la versión que estamos describiendo, y que tuvimos la oportunidad de manejar en el curso que se dió aquí en la Escuela Nacional de Música el año pasado (1988), es la cuarta versión de este sistema creado en 1978 en el CEMAMu por un equipo de ingenieros guiados por el compositor Iannis Xenakis, quien concibió la idea que produjo la UPIC.
Claro que también tiene limitaciones, por ejemplo, no puede realizar la reverberación. Y una desventaja que le vemos es que prescinde por completo del intérprete, es decir, en un concierto de música hecha por medio de la UPIC, el intérprete ya no ejecuta la música sino que se limita a mover los botones de la consola que controlan la salida dcl sonido por las bocinas…, bueno, decimos que es desventaja porque el que escribe esto es un instrumentista, pero posiblemente para un compositor sería una gran ventaja, ya que implicaría la relación directa de su obra, tal como la concibió, con el oyente, un tanto como la relación entre el cuadro de un pintor y el público que lo observa. En éste sentido el trabajo del compositor se acerca más al trabajo del artista plástico y también en el hecho de que, así como el escultor trabaja con la piedra directamente, el compositor, por medio de la UPIC, trabaja directamente con el sonido, el que es el verdadero material musical, y ya no trabaja sobre una hoja pautada repleta de signos que no son música.
Afortunadamente, el uso de la UPIC no se restringe nada más a los compositores; por el contrario, toda persona. desde un niño hasta un adulto de cualquier profesión, puede usarla, ya que no se necesita ningún conocimiento informático, ni haber cursado solfeo tradicional, para hacer música en ella. Incluso puede ser utilizada por físicos especializados en acústica, pedagogos, constructores de instrumentos, investigadores, etc.
La UPIC es una gran herramienta para crear música, muy poderosa, es cierto, pero si el compositor no tiene talento los resultados serán pobres, y si, por el contrario, se trabaja con creatividad la creación musical seguramente valdrá la pena.
