por Guillermo Lantén

-Tenemos una banda –dijo mi amigo el Totón- cuando me vio entrar a su cuarto.

Él se encontraba sentado en una silla pueblerina de madera. Tenía en cada mano un trozo de caja de jitomates que servían como baquetas para percutir botes de plástico que simulaban ser tambores de batería y un viejo platillo (ride) que pendía de un alambre recocido clavado a una de las vigas que sostenían el techo de láminas de cartón.

Le respondí que para formar un grupo de rock hacía falta una guitarra eléctrica.

–Tú tienes una guitarra.

-Pero necesitamos una que sea eléctrica.

-No hay pedo, el Ultramán –amigo de ambos- nos presta la suya.

-¿Crees que quiera?

-Claro.

En una tarde nublada y polvosa del año 1978, después de unos días del encuentro con el Totón, yo estaba en el patio de la casa del dichoso cuate apodado el Ultramán.

-¿A poco sabes tocar guitarra?

-Pues, me sé algunas “pisadas” y el círculo de Do.

El Ultramán fue a su recámara, después apareció con una guitarra Gibson, la que parece antifaz de Batman, y una bocina metida en una caja de madera con un botón de encendido-apagado y otro de volumen.

-Cuélgatela mientras la conecto.

En ese momento sentí la brizna y recordé el riff principal de Black Night para animarme. Pero cuando el Ultramán encendió el amplificador, y debido a la baja calidad de su manufactura, emergió de su bocina una cumbia de los Corraleros del Majagual.

Protesté:

-Ay, no mames, me estoy electrocutando…Aaaaa…paga el radio.

-Chale, conmigo no hace eso. ¡Presta!

El Ultramán se colgó la guitarra y comenzó a tocar.

-Creo que te dio toques porque estás parado en medio de un charco. Póntela de nuevo.

Me moví a un rincón seco y emocionado me colgué de nuevo la guitarra y en ese momento: ¡Rooaaaaaaaamm! Trueno y chaparral descendieron para impedir mi debut como rockero.

-Ya valió madres. Mejor lánzate a tu chante y ven otro día.

-Cámara, luego nos vemos.

Me despedí airoso.

-Chingada madre – pensé mientras corría para no mojarme.

-Algún día tendré mi lira y desde la azotea de mi casa tocaré God of thunder aunque me moje.

Tirado en mi cama me entretenía imaginando las caras de babosos que tendrían mis vecinos al verme tocar.

Afuera se escuchaba el reír de las gotas de lluvia al impactarse contra los techos de casas.

 

Guillermo Lantén
15 de septiembre de 2011
https://salvadorgovea.com/blogueros-invitados/

Un comentario en “Rock Suburbano

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